La reciente controversia entre el gobierno de México, encabezado por la presidente electa Claudia Sheinbaum, y España, específicamente con el rey Felipe VI, ha desatado un intenso debate sobre la narrativa de la conquista y la historia compartida entre ambas naciones. Este desencuentro se origina en el contexto del pedido de disculpas por parte de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la nueva línea de continuidad marcada por Sheinbaum, quien ha decidido no invitar al rey a su ceremonia de asunción debido a la falta de respuesta a las disculpas solicitadas. La postura de México es parte de un movimiento más amplio que busca posicionar a España como responsable de los agravios históricos, mientras que se ignoran los daños infligidos por el imperialismo anglosajón.
Uno de los puntos centrales del debate es la reinterpretación de la conquista española, defendida por el politólogo argentino Marcelo Gullo, autor de varios libros que cuestionan la visión tradicional y anti-española representada en obras como ‘Las venas abiertas de América Latina’ de Eduardo Galeano. Gullo sostiene que, lejos de ser una conquista, la llegada de los españoles representó una liberación para muchas naciones indígenas que sufrían bajo un régimen opresor, como el de los aztecas. De acuerdo con él, esta narrativa distorsionada ha permeado en la educación y la cultura de varios países hispanoamericanos.
Otro aspecto relevante de esta discusión es la influencia que el indigenismo y la leyenda negra ejercen sobre la política contemporánea en Hispanoamérica. Gullo advierte que las élites progresistas adoptan una narrativa que divide a Hispanoamérica y debilita la unidad que podría ser clave para enfrentar los desafíos geopolíticos actuales, donde los Estados Unidos y el imperialismo anglosajón buscan fragmentar territorios en lugar de fortalecer una identidad histórica común. En este sentido, critica la falta de valentía de los líderes latinoamericanos para dirigir su rencor hacia los verdaderos culpables de la pérdida territorial y de la pobreza que algunos países enfrentan hoy.
Finalmente, Gullo hace hincapié en la necesidad de revaluar el legado colonial español, promoviendo una reconciliación y la aceptación del mestizaje en la identidad hispanoamericana. La visión de que la conquista fue un proceso de mestizaje, en el que las culturas indígenas y españolas se fusionaron, es defendida por Gullo a fin de reivindicar una historia que muchos intentan borrar o distorsionar. Se hace un llamado urgente a reconocer y celebrar la herencia cultural compartida entre estos pueblos, en lugar de perpetuar narrativas de victimización que solo conducen a la división y el enfrentamiento interno.
Este debate se sitúa en un contexto más amplio y complejo, donde la historia compartida entre México y España, así como otros países hispanohablantes, debería ser un elemento unificador, en lugar de un motivo de discordia. La forma en que se narre el pasado tendrá un impacto sustancial en la construcción del futuro y es esencial para lograr una integración exitosa entre las naciones hispanas frente a los desafíos globales que enfrentan. La indiferencia hacia el propio legado cultural y histórico puede resultar en una traición a las raíces que unen a los pueblos de habla hispana, y es fundamental que los líderes actuales encuentren la forma de reescribir esta narrativa en torno a la unidad y el reconocimiento mutuo, en vez de sumergirse en disputas que sólo ahondan las divisiones existentes.