El pasado viernes, 6 de Diciembre -día de la Constitución española- a las 12:00 del mediodía, se celebró en la Puerta del Sol de Madrid una concentración para protestar contra la partitocracia responsable de los efectos del Evento llamado DANA, forma posmoderna de rebautizar a la histórica y conocida
En sus 46 años de vida, el Régimen nacido a la sombra de la Constitución de 1978 ha demostrado reiteradamente su inutilidad para resolver los problemas de los españoles, tanto los internos, como los externos. Comencemos por los últimos, ya que, en el mundo actual, quien no sepa reivindicarse en las relaciones internacionales será un simple pelele al albur de las presiones exteriores de quienes sí saben defender sus intereses; es una regla de hierro: La política interna es una derivada de la política externa. Toda debilidad internacional se reflejará en mayores concesiones en la política nacional.
El Régimen del 78 (R-78) entregó a cambio de nada el sector industrial español a la CEE mediante una doble fórmula: el desmantelamiento y la venta a precios de saldo del patrimonio productivo nacional: una auténtica malversación de fondos por parte de la partitocracia recién establecida; o, bien, un saqueo voraz de los
El R-78 decidió que era necesario involucrar a los separatistas en la gobernación del Estado ¡¡¡para integrarlos!!! Es decir, había que premiar a los desleales y castigar la lealtad de los demás. Tan lúcida estrategia no podía dar otros resultados que los conocidos a fecha de hoy. Nos metieron en la OTAN sin incluir Ceuta y Melilla, no se fuera a complicar la ambición marroquí, el aliado idóneo de las
Esta generación de políticos tan bien blanqueados abandonó a su suerte al pueblo saharaui, renunciando a la responsabilidad de España como potencia administradora del Sahara ¡No os abandonaremos! ¡Seguiremos hasta el triunfo final! -dijo el compañero Isidoro a los refugiados en los campamentos argelinos de Tinduf; 100 años de honradez, fue uno de los lemas famosos del PSOE en la transición. Habrá que pedir a la RAE una redefinición de honradez.
Para ser muy
En un alarde de buen ojo clínico, decidieron que la mejor forma de salvaguardar la soberanía era no tener política exterior propia y endeudarse sin control. Si estos políticos estaban tan bien preparados, tal cual se insiste hoy, ¿cómo es que desconocían algo tan elemental como que la mejor manera de ser un títere en manos ajenas es deberle dinero a otro y renunciar a elegir quiénes son o no tus amigos y socios? Seguramente, no les faltaba preparación; tampoco predisposición para hacer lo que se les mandara. Gente muy dispuesta, sin duda. Quizá con tendencia a desorientarse fácilmente.
Algunas lenguas de doble filo murmuran por los mentideros que a cierta democracia occidental amiga le dio por jugar a los trenecitos en una estación llamada Atocha, de ahí que las dos torres masónicas de la partitocracia del R-78 se afanaran en volatilizar determinadas pruebas. Fueron las mismas torres las que se abrazaron con premura para obedecer el requerimiento de Mérkel y, en un santiamén, cambiaron la Constitución para darle prioridad al pago de la deuda externa; otro acto de integración de lo ajeno y desintegración de lo propio; una obsesión un tanto patológica, ¿no?
El R-78 ha tenido tipologías de toda clase. Una de ellas ha sido la castiza. Tuvo que ser una chulapa renegada, pero con buenas dotes de interpretación, la que introdujera la cooficialidad idiomática en la enseñanza escolar; porque el bilingüismo en los colegios es una cooficialidad de hecho. No le importó a esta cheli impostada de pradera de San Isidro que los colegiales de la CAM estudiaran historia de España en inglés con libros de editoriales británicas donde se ponía de vuelta y media a personajes ilustres de nuestra patria. Tanto denuedo probritánico dio su fruto y en 2004, la finada reina Isabel II de Inglaterra, la distinguió como Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico. Año 2004. Casualmente, la fecha en que se instauró en la CAM la cooficialidad lingüística, siendo la súbdita honorífica del Imperio Británico presidente de dicha autonomía. No critico aprender idiomas, faltaría más; critico el modelo de subordinación cultural del bilingüismo imperante. Se trataba de integrar la lengua inglesa. De nuevo, integrar lo ajeno y desintegrar lo propio. Un compañero de secta política de la súbdita del Imperio Británico, conocido por su afición a la jerigonza, hizo famosa una letanía para que su hija aprendiera inglés, manía compartida en toda tertulia televisiva de medio pelo, donde la promoción de la lengua de los piratas no es que pareciera sospechosa, es que lo era. De nuevo, integrando lo ajeno y desintegrando lo propio, especialidad del R-78. Y puestos a seguir desintegrando lo nuestro, el R-78 renunció a desarrollar el Campo de Gibraltar y permitió por activa y por pasiva las actividades sospechosas, la apropiación de aguas territoriales o el atraque de submarinos atómicos en el Peñón; evidentemente, para integrarlo fraternalmente; ya saben a qué fraternidad me refiero.
De tanto integrar lo ajeno, le cogieron el gusto. Y así, se ejecutó la Gran Integración con los golpistas y las dádivas continuas a la deslealtad: Ahora dinero, más dinero; ahora transferencias, más transferencias. Ahora, integremos la agricultura marroquí, famosa por sus regadíos aderezados con aguas fecales; integremos las pateras y sus
El proceso de integración/desintegración no tiene fin. Hace 20 meses, aproximadamente, Jamie Dimon, presidente y director ejecutivo de JP Morgan Chase, el banco más grande de EE.UU., pidió abiertamente que se expropiaran tierras para sembrarlas de placas solares y generadores eólicos, de lo contrario, no llegaríamos a tiempo de evitar el Apocalipsis climático.
La Junta de Andalucía, muy obediente, actuó con la diligencia del bien mandado, dando una patada a pueblos y familias jienenses que viven del olivo, para poner a los pies de la plutocracia financiera las tierras tan ávidamente deseadas. En un nuevo alarde de inversión del significado de las palabras, la columna masónica azul de la partitocracia reinante llamó a este expolio interés general. No es de extrañar que existan sospechas de que tras la catástrofe de la
Vuelvo a repetirlo: La partitocracia del R-78 ha demostrado, una y otra vez, su inutilidad para resolver los problemas de España y los españoles. Es más, si algo ha quedado patente es su elevada capacidad para agravarlos. Integran placas solares y aerogeneradores desintegrando el campo, las huertas, los regadíos, los embalses, el agua. Arrancan la vida y siembran la muerte; no es poesía ni cursilería, es la cruda realidad.
Integremos todo lo ajeno, todo. También los diferentes tipos de farfullos inventados por sus autonómicas señorías, porque eso es cultura; estudiar a nuestros grandes maestros de la historia debe ser rancio y viejuno, ahora, aprender el farfullo andalú debe ser la ostia, o el extremeño. Leer Cien años de soledad en cualquiera de los farfullos que pugnan por farfullar en esta tierra farfullada debe ser el Leviatán de la farfullería. De acuerdo, pues farfullemos todos. Fersigamos a folpes a festos fijos de la farfullada y de felcebú; farrojémoslos por un farranco, mas, antes, fémosles for fulo o, fomo firía un famigo fargentino, fémosles por el fojete.
Efectivamente, el Régimen del 78 es un choteo, una farsa, una burla, una ignominia y un peligro cierto para la salud física, mental y emocional de los sanos, cuerdos y todo aquel capaz de encadenar un mínimo razonamiento lógico.
Está inhabilitado para solucionar nuestros problemas. Su perverso afán por integrar lo ajeno y desintegrar lo propio nos conduce a nuestra destrucción.
Esta partitocracia inútil y, por tanto innecesaria, se sienta en el trono de la barbarie; no de la barbarie en el sentido griego de lo extranjero, sino de lo antagónico a civilización.
Esta partitocracia ha pactado con quienes deberían estar en una prisión de alta seguridad: Con asesinos, golpistas, malversadores de caudales públicos…. Esta pandilla nos lleva a un callejón sin salida o a otro que desemboca en un acantilado rocoso cortado a cuchillo, con un mar bravío al final de la caída.
El que los detentadores del poder trabajen no por la cohesión y convivencia de los diferentes, de quienes piensan distinto, sino que manipulan las diferencias para enfrentar a unos contra otros es una barbaridad, y las barbaridades son la consecuencia de la barbarie, por eso, repito: esta partitocracia se sienta en el trono de la barbarie.
Por todo ello, el 6 de Diciembre, una treintena de asociaciones secundaron la concentración convocada por Vanguardia Española en la Puerta del Sol de Madrid, entre las cuales había varias hispanoamericanas que se solidarizaron desde la otra orilla del Atlántico y la que yo pertenezco: Puertas Abiertas al Mundo Hispano.
Una comunidad política no puede convertirse en un cuadrilátero ocupado por diferentes grupos de interés, peleando entre sí a brazo partido, sin una meta común. Y quienes eso promuevan serán los enemigos de todos; por ello es necesario la unión de los que sí entendemos que existen objetivos comunes por encima de las diferencias legítimas. Las diferencias deben servir para el sano debate, nunca para que nos matemos unos a otros, ni siquiera para que nos enfrentemos a cara de perro. Si a alguien hubiera que condenar, sería a quienes nos enfrentan y nos proveen de armas para que nos destruyamos.
En la Puerta del Sol no se habló de ideologías. En la Puerta del Sol se hizo sitio a todos, sin distinción de credo o simpatía política, y todos hablamos, debatimos y compartimos mantel con un único fin: el bien de España y, ojo, de la Hispanidad toda.
Es hora de caminar hombro con hombro por una España unida, soberana, próspera, justa y en paz, pero no cualquier paz, sino la pax hispana, que englobe a toda la Hispanidad y cimentada en el bien común.
¿Qué es el bien común?:
La creación de las condiciones sociales para que una comunidad y cada uno de sus miembros puedan alcanzar la perfección plena y más rápidamente.
Llegó la hora de la insubordinación fundante del bien común, algo imposible de conseguir con el actual régimen corrupto y partitocrático.
Por Marcelino Lastra Muñiz